El cambio climático y las inundaciones del Ebro

Siempre he dicho que un evento meteorológico aislado no se puede achacar directamente al cambio climático. Pero las cosas han cambiado mucho y muy deprisa.

En los últimos años (apenas 5 o 6 años) lo que es un periodo muy corto para asociarlo a un cambio climático hemos visto como la corriente de chorro ha comenzado a comportarse de una forma extraña. 

                            

                                   Tomado de un geólogo en apuros.

Se ha observado que esta ha comenzado a debilitarse apreciablemente y por tanto ha comenzado a formar meandros muy pronunciados.

Las causas de este debilitamiento aún no están del todo claras y no se sabe si volverá a fluir con la potencia de antaño en cualquier momento, aunque las causas que se apuntan sugieren que no. Pues la corriente de chorro está alimentada por los vientos cálidos del sur que transportan calor al casquete polar norte, si este último se está calentando más deprisa que las zonas tropicales parece razonable que este transporte de calor se debilite y por tanto la corriente que lo transporta (la corriente de chorro) también lo haga.

Por tanto podemos concluir que el debilitamiento observado en la corriente de chorro (mientras no se diga o descubra lo contrario) se está debilitando por un menor gradiente de temperaturas entre las zonas tropicales y los polos.

La distribución del CO₂ en la atmósfera es casi homogénea y calienta los trópicos y los polos homogéneamente,  pero donde hay hielo un pequeño calentamiento puede suponer que este se derrita antes y se forme después y si debajo tenemos el océano como sucede en el polo norte, el agua que hay debajo se calentará durante más tiempo y este calentamiento adicional es el que marca la diferencia y hace que el polo se caliente más deprisa que los trópicos.

La corriente de chorro se hace más sinuosa y más débil.

La corriente de chorro más débil, no tiene fuerza para fluir como antes y empieza a formar meandros cada vez más pronunciados, estos meandros se llaman ondas de Rossby y al ser más pronunciados llegan más al norte y más al sur que antes, por lo que comienza a entrar aire polar en latitudes subtropicales al mismo tiempo que el aire templado alcanza el círculo polar ártico. Además esta debilidad y la mayor curvatura hacen que estas ondas tiendan a quedarse "enganchadas" muchos días sobre la misma zona, como sucedió en 2010 en Rusia. 

Este invierno el flanco de bajada de una de ellas se quedó enganchado sobre la cornisa cantábrica y produjo vientos del norte con nevadas persistentes durante muchos días seguidos. Los lugareños decían que si habían visto unas nevadas igual de copiosas pero nunca durante tantos días seguidos.

Como dice Jeff Masters  veremos lo nunca visto, como así ha sido en la cornisa cantábrica y luego en el Ebro.

De hecho, mientras se producían esta nevadas históricas en la cornisa cantábrica, en Islandia vivían unos días inusualmente cálidos a pesar de estar en pleno mes de Febrero, las mínimas permanecían  por encima de cero cuando lo normal en esas fechas es que ni las máximas lo hagan.

Cuando pasó la onda de Rossby a pesar de estar aún en Febrero, las temperaturas subieron bruscamente precisamente a que nos pilló la parte de subida del aire cálido (justo cuando la fase de bajada asolaba el este de los EEUU con otra tormenta de nieve) de la onda de Rossby y se produjo un deshielo de antología con lo cual el Ebro se desbordó como nunca, y en lugar de inundar los campos adyacentes como suele hacer cuando se desborda, inundó granjas y pueblos.

No he escuchado a ningún medio de comunicación relacionar las inundaciones del Ebro con el cambio climático, pero nunca había visto una relación tan clara y tan catastrófica entre el cambio climático y un evento meteorológico puntual.

Ahora se buscan culpables, indemnizaciones, soluciones, pero parece que ya casi no se habla de poner freno a las emisiones de CO₂ aunque cada día se demuestre que el cambio climático no solo nos afecta ya, sino que se está acelerando a un ritmo vertiginoso.